27 de febrero de 2012

Wang Shu, premio Pritzker


Wang Shu, ganador del Premio Pritzker 2012.|
·                                 El arquitecto chino sucede al portugués Eduardo Souto de Moura en el palmarés del galardón más prestigioso.

·                                 Se entregará en Pekín, por primera vez en su historia, el próximo 25 de mayo.
El arquitecto chino Wang Shu, de 48 años, ha sido galardonado hoy con el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica, en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad.
Wang, nacido el 4 de noviembre de 1963 en Urumqi, en la remota región uigur de Xinjiang, sólo ha trabajado dentro de China y ha desarrollado la mayor parte de su obra en Hangzhou, a 170 kilómetros al suroeste de Shangai, donde dirige desde 1997 junto a su esposa, Lu Wenyu, el Estudio de Arquitectura Amateur.
El presidente de la Fundación Hyatt, promotora de este premio a lo largo de 34 ediciones, Thomas J. Pritzker, informó hoy del fallo del jurado, presidido por Lord Palumbo y del que forman parte el chileno Alejandro Aravena y la británico-iraquí Zaha Hadid, entre otros. Wang Shu sucede en el palmarés al portugués Eduardo Souto de Moura.

Importancia del galardón para China

"El hecho de que se haya elegido a un arquitecto chino supone un importante paso en el reconocimiento del papel que va a jugar China en el desarrollo de los ideales arquitectónicos. Además, el éxito del urbanismo chino en las próximas décadas será importante, no ya para China, sino para el mundo entero", señaló Pritzker.
"Este urbanismo, como el del resto del mundo, requiere estar en armonía con la cultura y las necesidades locales" y, en el caso de China, debe compatibilizar "sus tradiciones y su pasado con las exigencias de un desarrollo sostenible", añadió el promotor del galardón.

Wang Shu, premio Pritzker 2012.| Efe
El premio consiste en 100.000 dólares (unos 74.600 euros) y una medalla de bronce con una inscripción latina en su reverso: "Firmitas, Utilitas, Venustas" (Firmeza, Utilidad y Belleza), el lema de Vitruvio, considerado uno de los 'padres' de la Arquitectura. El galardón se entrega cada año en distintas ciudades y en esta ocasión, y por primera vez en su historia, la ceremonia se trasladará el 25 de mayo a Pekín.

Un poco de historia

En ocasiones anteriores el premio lo han ganado arquitectos como el francés Jean Nouvel, los británicos Norman Foster y Richard Rogers, el español Rafael Moneo, el italiano Renzo Piano, el mexicano Luis Barragán, los estadounidenses Frank Gehry y Richard Meier, los brasileños Óscar Niemeyer y Paulo Mendes de Rocha y los portugueses Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, galardonado el año pasado.
Wang Shu es el segundo chino en obtener el Pritzker, tras I.M. Pei en 1983. Estadounidense pero de origen chino, Pei se formó en Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y es autor de obras como la pirámide del Louvre y la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy.

La obra de Wang Shu

Tres de las obras principales de Wang Shu son la Biblioteca del Colegio Wenzheng en la Universidad de Suzhou, el Museo de Historia de la ciudad portuaria de Ningbo y el Campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou, así como el pabellón de Tengtou-Ningbo en la Exposición Universal de Shangai.
Prueba de su amor por el medio ambiente y la economía de materiales es su decisión de aprovechar dos millones de tejas procedentes de demoliciones de casas tradicionales para cubrir el techo de varios edificios del campus de Hangzhou. Defensor de los materiales artesanales y tradicionales, Wang ha crecido en una ciudad que ha visto destruir el 90 por ciento de su arquitectura tradicional en sólo 30 años con el rápido desarrollo económico, como recordaba hace un mes en París, según "Le Courrier de l'Architecte".
Wang, que encuentra su mayor placer trabajando como un artesano o un 'amateur' -de ahí el nombre de su estudio-, es partidario de la 'slow-build' (la construcción lenta), según esta publicación.
"Hace cien años, el ritmo de vida chino era más lento que en la cultura occidental. En cien años, nos hemos convertido en los más rápidos. No tenemos tiempo para reflexionar", se lamentaba en una conferencia en la Escuela de Chaillot el 31 de enero pasado.
Acerca del premio, "ha sido una enorme sorpresa. Me siento tremendamente honrado de recibir el Premio Pritzker. Me ha hecho darme cuenta de la cantidad de cosas que he hecho en la última década. Y es una prueba de que el trabajo duro y la perseverancia conducen a resultados positivos", señaló Wang a los organizadores.


La opinión del jurado

Los miembros del jurado consideran que el arquitecto ha sabido traspasar el dilema entre la tradición y la modernidad para construir una obra "atemporal, profundamente arraigada en su contexto y pese a ello universal", en palabras del chileno Alejandro Aravena, miembro del jurado, según recoge un comunicado de la organización.
Tras ver "en profundidad" el trabajo de Wang Shu en China, el jurado subraya que el galardonado ejemplifica "la capacidad de la arquitectura actual de arraigarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de una tradición específica", declaró Juhani Pallasmaa.
Otro de los miembros del jurado, Justice Stephen Breyer, acentuó la juventud del premiado, de 48 años, lo que constituye "un mensaje de optimismo, reconocimiento y esperanza" que pronostica que creará más trabajos similares en un futuro.
El jurado ha insistido en la importancia que adquiere la creatividad arquitectónica en China en pleno crecimiento demográfico y urbanístico: "Demuestra que la arquitectura en China es más que una producción en masa impulsada por un mercado banal y la reproducción de lo exótico", consideró Yung Ho Chang.
Para Glenn Murcutt, el profesional chino ha aportado modernidad, racionalidad, poesía y madurez que enriquecen la historia, cultura y arquitectura del país asiático. "Su uso transformativo de materiales y motivos antiguos es altamente original y estimulante", destaca Zaha Hadid. El presidente del jurado, Lord Palumbo, concluyó que no hay duda de estar ante una obra maestra.

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