24 de julio de 2013

BERNARDO CASTILLO:CRV.ConsuladoEspañaParis ha fallecido

Quiero agradecer en primer lugar a los dos compañeros del grupo CRV Paris que han facilitado estos dos artículos.
 En ambos ya se dice lo que significaba Bernardo para los valencianos. Yo no estoy en París, sino en España, pero lo conocí a través de un gran amigo mío y me encanto. Siempre con prisas. Una vez tenía que ir corriendo a ver a su abuela que estaba enferma. La otra, había quedado para ver la mascleta con un grupo de amigos, pero a través de Facebook continue manteniendo contacto y me admiraba que luchase tanto por mantener las costumbres valencianas allí. De alguna forma la gente se siente menos lejos de su tierra. 

Siento que no descanses en tu tierra, por eso la he acercado para que todo el mundo vea las costumbres de tu maravilloso pueblo: Algemesi. 
No te decimos adieu, sino hasta siempre, porque cuando se le recuerda a alguién, no muere y a ti va a ser muy díficil olvidarte. Un beso

Muere Bernardo Castillo Vaquero, figura del asociacionismo español en Francia

Era representante de la Casa Regional de Valencia y miembro del Consulado español en París



La suya fue la historia de dos maletas. En ellas, junto con sus padres, su abuela materna y su hermana pequeña cargaron lo esencial para la larga marcha de la emigración, una aventura necesaria que prometía un porvenir fuera de Algemesí. En 1963, cuando contaba con cincos años, su familia lo llevó a París, donde el padre consiguió trabajo en la industria automovilística y la abuela como mujer de limpieza, al igual que otros tantos compatriotas emigrantes. Porque nunca olvidaron sus raíces pese al tiempo y la distancia, desde la adolescencia participó junto con su familia como miembro activo de la Casa Regional de Valencia en la capital francesa. Desde entonces, su nombre siempre ha estado ligado a los movimientos asociativos de los emigrantes españoles en Francia. Responsable de asuntos judiciales y sociales del Consulado español en París, Bernardo Castillo Vaquero falleció el pasado 17 de julio a los 55 años.

Mientras su abuela y su hermana vivían en la buhardilla de una chambre de bonne, su primer destino fue la habitación de un hotel de miseria que compartía con sus padres en la rue Turenne del entonces exótico París 4, mientras aprendía el francés con la lectura de tebeos. En un ambiente multicultural como es hoy Pigalle o Barbesse, con vecinos de Argelia, Marruecos y Yugoslavia, Bernardo recordaba de aquellas primeras vivencias parisinas de la infancia que aquella convivencia era “una mezcla muy rara en la que nadie se entendía, pero en la que todos se comunicaban”.

A pesar de haberse criado y formado en Francia, Bernardo nunca quiso la doble nacionalidad. "Francia es una tierra de acogida. La nacionalidad es un papel, pero la cultura puede recibirse de otros sitios. Nadie necesita un papel que justifique su cultura". En 1978 pasó el servicio militar obligatorio en Perelada, localidad productora de cava en Girona, donde recibió el apodo de "el francés" entre los compañeros que escuchaban los versos que Bernardo les traducía de las canciones de Brassens o Paco Ibáñez como expresión de una nueva libertad completa.

A principios de los años 80 ingresó en el cuerpo funcionarial del Consulado de España en París. Coincidiendo con la aprobación de la ley primera española que reconocía la pensión para los excombatientes de la República, sus primeros trabajos le permitieron conocer el testimonio vivo de muchos viejos republicanos españoles. A uno de aquellos exiliados, el asturiano Alberto Fernández, al que consideraba un "padre espiritual", le preguntó cuál era la diferencia entre un español y un francés: "El francés vive para trabajar y el español trabaja para vivir".

Algo más que empatía le unía a aquellos emigrantes políticos. De ideología socialista, el abuelo materno de Bernardo, jefe de estación en Carrión de Calatrava (Ciudad Real), fue carabinero de la República. Condenado a muerte, se exilió a Francia al acabar la Guerra Civil, donde murió sin poder volver a España. La abuela, que había huido al país vecino en busca de su marido, perdió dos de sus tres hijos en los llamados "campos de acogida" franceses. "Mi abuela y mi madre pudieron regresar a Ciudad Real, pero al volver las metieron en la cárcel durante cinco años. Cuando salieron, mi madre tenía 10 años", explicaba Bernardo. Las dos partieron en busca de trabajo a Valencia, y fue en Algemesí donde los padres de Bernardo se conocieron.

Una de las imágenes que evocaba de su infancia y adolescencia en París eran las reuniones los sábados y los domingos por la tarde de las bonnes españolas con los entrepreneurs, los albañiles españoles. Bernardo describía la situación como una escena de película entre Almodóvar y Fellini. "Las señoras llevaban vestidos, regalados por sus patronas, de Chanel y Lancôme pero con 20 años de atraso. Se reunían en Trocadero y en el café Malakoff esperaban a los albañiles que decían tener una entreprisa". Desde su labor en el Consulado, décadas después Bernardo ayudó a aquellas "mujeres para todo", que al jubilarse encontraban un retiro de soledad y confusión en la gran ciudad, a trasladarse a residencias en España.

Delegado de los centros valencianos en Europa y miembro del Consejo Nacional de la Federación de Asociaciones Emigrantes Españolas en Francia (FACEEF), Bernardo recordaba que el primer papel de las asociaciones de españoles tuvo siempre un fondo político. "Se montaron en tiempos del franquismo para encontrar en Francia un espacio de libertad. Con el curso de los años hubo una selección y permanecemos los que estamos más implicados en promover nuestra cultura en Francia".

Pero Bernardo fue sobre todo baluarte de la Casa de Valencia, situada en la calle Jean Macé, próxima a la Bastilla. En los 52 metros cuadrados de un local que mantiene la fisionomía propia cualquier casal fallero, con patio, bar y paellero incluidos, reconocía que su actividad era algo más que nostálgico folclore. "Nos llaman folclóricos porque esto tiene lo de la exaltación de la fallera, la peineta y la paella, pero cuando estás fuera de España las raíces se acentúan mucho más que cuando estás allí". Siempre imparable, batalló por impulsar esta veterana agrupación de Valencia como espacio público que promoviese la cultura valenciana con el montaje de exposiciones y actuaciones musicales. Pero su romántica pretensión de convertirla en "escaparate de Valencia" no siempre encontró respuestas en la administración autonómica.

A sus 55 años confesaba desear volver a su tierra cuando llegase la jubilación. "Su carácter abierto, optimista, amigo de sus amigos, luchador, entregado, combativo y alegre hacía de este republicano convencido, alguien con el que siempre apetecía estar y compartir aunque solo fuese un breve instante", así le reseñaron sus compañeros de la FACEEF al anunciar la noticia de su fallecimiento que ha conmovido al gran colectivo español en Francia. La tarde de este lunes Bernardo Castillo ha recibido sepultura en el Cimetière Nord de Clichy, comuna cercana a París en la que residía en los últimos años.

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Miércoles 24 de julio de 2013
Última actualización: 07:40



Bernardo Castillo, el adiós a un hombre preocupado por los demás

J.J.DORADO - PARÍS - 21-07-2013

Se ha ido. Nos ha dejado. Bernardo Castillo, una de las figuras del asociacionismo en Francia, ha fallecido.
Bernardo, el amigo, el compañero de batallas en la emigración, el funcionario querido y reconocido por su labor social desde su puesto de trabajo en el Consulado General de España en París. Bernardo, el representante ante la Generalitat de los valencianos en Europa. Bernardo, pilar de la Casa Regional Valenciana en París. Bernardo, miembro del Consejo Nacional de la Faceef.


Bernardo Castillo.

Hace unos días nos tomábamos una cerveza en la CRV. Hablábamos del Camino de Santiago que iba a recorrer en septiembre con el Presidente de la Casa Regional Valenciana. Me contaba los proyectos que estaba desarrollando con la asociación: las clases de teatro, todo un éxito. Los proyectos sociales con los grupos de escucha a personas en dificultad psicológica.

El Café de los Rumanos, que todas las semanas reúne en los locales de la CRV a un grupo de emigrantes rumanos en Francia y en el que participaban emigrantes de otras nacionalidades para conocerse e intercambiar experiencias. Proyectos lanzados estos, y otros que estaban en preparación, pero siempre con una preocupación: cómo ayudar a quien lo necesita.

Conozco a Bernardo desde hace 20 años. Lo que más me gustaba en él era esa capacidad para, desde el departamento de asuntos sociales del consulado, prestar siempre ayuda a quien la necesitaba. Y lo hacía más allá de sus horas de trabajo. Cuántas veces se ha ido a dar charlas los fines de semana en las asociaciones sin que se le pagase. Cuántas veces ha ido a comer o tomar un chocolate caliente con un viejecito español que estaba solo y al que iba a visitar fuera de sus horas de trabajo. Miles y miles de veces.

Cuando le decía que me daba envidia pero que no sabía cómo era capaz de soportar el enfrentarse todo los días a tanto sufrimiento, el que veía a diario, fuera y dentro de su trabajo, siempre acababa sonriendo y diciéndome que ‘si no lo hacemos nosotros no lo hará nadie’. Y es verdad.
Bernardo Castillo también fue uno de los responsables del afianzamiento del asociacionismo valenciano en Europa y así se lo reconocieron los valencianos que lo eligieron por unanimidad como su representante ante la Generalitat. Cargo que seguía ocupando. Bernardo no era una persona que callase. Decía las cosas aunque molestasen.

Para él la acción asociativa solo tenía sentido si se aportaban soluciones a los problemas de la gente y por eso no se acomodaba con el discurso político, diciendo alto y claro, que las personas estaban por encima del tiempo político y de las promesas. Por eso fue también uno de los primeros en animar la Plataforma por el Voto de los Emigrantes cuando el Estado nos convirtió en parias retirándonos el derecho al voto en las municipales y obstaculizando el mismo en las autonómicas y generales.

Bernardo era todo eso: un hombre de acción, de asociación, un hombre que no contaba su tiempo cuando era por lo demás. Bernardo también era un hombre que vivía la vida a cien por hora. Que la devoraba. Un hombre que quería, sentía y luchaba. Te has ido muy pronto Bernardo, cuando apenas pasabas los cincuenta y tenías tantas cosas que hacer aún.
Si la importancia de un hombre se midiese por los mensajes de cariño, Bernardo Castillo era un hombre importante. En estas pocas horas, después de su muerte, los mensajes llegan de todas partes y con la sorpresa por lo inesperado y la emoción de la pérdida, destacan aquellos que le conocieron la labor de un hombre que vivía por los demás.

Bernardo se ha ido pero seguirá en nuestros corazones. En el mío como amigo y compañero de muchas batallas y en el de todos los que en la Casa Regional Valenciana en París lloramos hoy su muerte así como en la colonia española en general. Nuestro recuerdo va hoy en especial a sus hijos. Gracias Bernardo por habernos enseñado a ser mejores junto a ti.

http://agendamagicademar.blogspot.com.es/2013/07/blog-post_24.html Algemesí: Tierra de tios buenos

http://agendamagicademar.blogspot.com.es/2013/07/algemesi-ruta-senderista.html

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